1. ¡Alarma!, la n
El bombardeo continuo de información sobre la influenza provocó ineludiblemente la preocupación por nosotros mismos. Seguramente fuimos muchos los que al percibir cualquier malestar corporal, inmediatamente lo relacionamos con “la gran pandemia”. En mi caso eso ocurrió en dos ocasiones al sentir ligeros dolores de cabeza, por lo cual me alarmé y preferí dormir más de lo normal, finalmente fueron síntomas pasajeros, creo yo, psicosomáticos.
Mi hermana tiende a enfermarse del estómago debido a sus malos hábitos alimenticios, es una insaciable devoradora de papas con chile y demás variedades de comida chatarra, por lo cual no resulta extraño que presente ocasionalmente agruras o acidez. Esta vez relacionó un malestar cotidiano con la omnipresente influenza, y después de unas horas de sentirse “extraña”, presionó a mis padres para que la llevaran al hospital. Le dieron algún placebo, se sintió mejor y regresó a casa sin la menor molestia. Todo se trataba de una simple sugestión. ¡Ufff!
2. Ciudad sin alma.
El hastío casero me hizo explotar, y después de dos días de enclaustramiento decidí salir a las calles. La ciudad se encontraba semidesértica, aunque existían lugares abarrotados de personas que charlaban fuera de sus edificios tras el susto que había ocasionado un sismo de 5.7°. Imágenes raras en una ruta que he hecho durante toda mi vida; la gente casi no hablaba, caminaba más rápido, no había ningún tipo de contacto físico y la mayoría portaba su tapabocas. El metro estaba casi vacío, sin dudas por su estrecho espacio, representaría un lugar de alto riesgo de contagio.
2. Ciudad sin alma.
Llegué al centro histórico y también la movilidad estaba lejos de ser la habitual. Escenas bizarras que podrían ser consideradas el preámbulo de un libreto apocalíptico.
3. El arribo del Bodo.
4. Montjoie!

A través del texto conocí más de cerca las hazañas de Carlomagno, un personaje clave en la historia medieval europea, gran defensor de la cristiandad y padre fundador de la corona alemana y francesa.
Alguna vez, al recorrer con mi amigo Jordy las tierras teutónicas, pasamos por Bremen, nuestra ignorancia no nos permitió reconocer una impresionante estatua que es patrimonio de la humanidad, una figura de casi 5 metros erguida en el corazón de aquella ciudad. Hoy podría narrar con emoción que se trata de Roldán con su inquebrantable espada Durandarte, y describiría sus hazañas maravillosas, inspiración de muchos escritores y poetas.
5. La fuga a Tequisquiapan.
La influenza porcina nos mantuvo al borde de la desesperación. El cerco sanitario y demás medidas precautorias se extenderían indefinidamente y, por lo tanto quedarse en la ciudad sería sinónimo de estrés y monotonía, así que decidí tomar la iniciativa de mi buen amigo Sergio para escapar unos días a las empedradas y románticas calles de Tequisquiapan. Convencer a la familia no fue tarea fácil, pero finalmente logré el cometido y partimos el día miércoles en pos de una tranquilidad añorada.
Visitamos la insigne Peña de Bernal, el tercer monolito más grande del mundo. A sus faldas se encuentra un pueblito: San Sebastián Bernal, que desde hace poco es presentando turísticamente como un “pueblo mágico” por su armonía en la construcción y su belleza paisajística. En el pueblito tomamos unas deliciosas micheladas con clamato (¡Salud Compadre!), visitamos algunas tiendas y el Malacopa me hizo pasar algunas vergüenzas con mis padres al improvisar sus ya tradicionales difamaciones.
Sergio y su familia realmente consiguieron que el fantasma de la influenza se desvaneciera por completo. Conocimos detalladamente la historia de los bomberos de Tequisquiapan, un relato que permite corroborar que la voluntad y solidaridad pueden consolidar nobles proyectos. Me enorgullece mucho tener una amistad con los Trejo: una familia trabajadora, hospitalaria y con un gran corazón altruista. Tres vivas por la familia Trejo ¡Viva!, ¡Viva!, ¡Viva!. Muchas gracias.
1 comentario:
Qué alegre narración compadre, enhorabuena por el recorrido queretano, albricias por la recuperación de su hermana, saludos al bodo y abrazo a Sergio.
No sé con certeza cuándo será (estoy hasta el cuello de trabajo), pero le aseguro que en breve brindaremos con unas buenas micheladas.
Jaja, me muero de ganas de que me cuentes sobre las difamaciones del Malacopa.
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