jueves, 21 de mayo de 2009

Tlatelolco, reflejo de la década rebelde.

“El 13 de agosto de 1521 heroicamente defendido por Cuauhtémoc cayó Tlatelolco en poder de Hernán Cortés. No fue triunfo ni derrota, fue el doloroso nacimiento del pueblo mestizo que es el México de hoy.”

Nunca había estado ahí; mas su historia me era tan familiar que pude revivir con la imaginación aquellas imágenes que jamás contemplé.

Tlatelolco y su plaza de las tres culturas representa un punto de suma significación en la historia de nuestro gran valle de Anáhuac. Ahí, antes de la conquista se ubicaba el gran mercado mexica que utilizaba el trueque y el cacao para comercializar sus productos. Ahí, fue la abdicación del último tlatoani ante los invasores españoles, desmoronando así el poderío de la triple alianza y dando inicio a una nueva época. Ahí, se edificó con la misma cantera roja (tezontle) perteneciente a los templos prehispánicos el convento de Santiago Tlatelolco para educar bajo el conocimiento europeo a los nobles indígenas. Ahí, es posible presentir la bonanza económica de los años 50’s y 60’s con un complejo urbanístico de amplios edificios destinados a las clases populares. Ahí, se revive la masacre estudiantil que conmovió al mundo, y claro.... eso no se olvida.

El Domingo, desprendiéndome de una vergonzosa tendencia gregaria, decidí ir solo al barrio de Tletelolco. Tomé el metro y en tan sólo 20 minutos estaba en el corazón del lugar. Caminé bien dispuesto entre aquellos peculiares edificios que me hacían recordar mi vida en la ciudad planificada de Brasilia, cada edificio guarda una armónica distancia con otro, No faltan las zonas verdes y la decoración de muchas paredes con bellos y multicolores murales que adornan varias fachadas, que recuerdan la época psicodélica de los años 60.

Atravesando Eje Central se llega a la famosa plaza de las tres culturas. Recorrí la explanada, también la zona de ruinas arqueológicas y conocí el interior del descuidado templo de Santiago Tlatelolco. De repente recordé las anécdotas de mi padre, quien alguna vez me dijo que precisamente en ese templo hizo su primera comunión hace ya 50 años.

Mi objetivo principal era visitar el nuevo Memorial 68, museo que se ubica a un costado de la plaza de las tres culturas, es un alto edificio que albergada antiguamente a la Secretaría de Relaciones Exteriores y que fue el sitio del histótico del "acuerdo de Tlatelolco” que suprimió la proliferación de armas nucleares en América Latina, hecho que le valió el premio Nobel de la paz a Alfonso Gómez Robledo, egresado de la Facultad de Derecho. ¡Goya...!


El Memorial 68 me conmovió enormemente, permite presenciar y sentir aquello que nunca pude ver ni vivir. Los años 60’s cimbraron al mundo, fue una década reivindicatoria y explosiva en ámbitos ideológicos y científicos; se consolidó la revolución cubana y el mundo estuvo al borde de una tercera guerra mundial debido a la tensión generada por la guerra fría; se exigieron cambios sustanciales en la estructura social; coexistió una amplia gama de reivindicaciones raciales, coloniales, de género y estudiantiles; se llegó a la luna; se consiguieron los primeros trasplantes de corazón; se generaron y multiplicaron los grupos contraculturales. En fin, podría dedicar mucho tiempo para describir los hechos de esta década delirante.

Recomiendo mucho visitar este museo, conocer de cerca el veredicto de aquellos hombres que presenciaron de cerca los hechos e intentan reconstruir un pasado lleno de emociones, movilizaciones y nostalgía. Vea las fotografías más notables de la época, escuche la música y no tenga miedo a dejarse llevar por ese sentimiento contestatario y altermundista que caracterizó un gran despertar en el mundo entero.

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