
Nunca había estado ahí; mas su historia me era tan familiar que pude revivir con la imaginación aquellas imágenes que jamás contemplé.
Tlatelolco y su plaza de las tres culturas representa un punto de suma significación en la historia de nuestro gran valle de Anáhuac. Ahí, antes de la conquista se ubicaba el gran mercado mexica que utilizaba el trueque y el cacao para comercializar sus productos. Ahí, fue la abdicación del último tlatoani ante los invasores españoles, desmoronando así el poderío de la triple alianza y dando inicio a una nueva época. Ahí, se edificó con la misma cantera roja (tezontle) perteneciente a los templos prehispánicos el convento de Santiago Tlatelolco para educar bajo el conocimiento europeo a los nobles indígenas. Ahí, es posible presentir la bonanza económica de los años 50’s y 60’s con un complejo urbanístico de amplios edificios destinados a las clases populares. Ahí, se revive la masacre estudiantil que conmovió al mundo, y claro.... eso no se olvida.

Mi objetivo principal era visitar el nuevo Memorial 68, museo que se ubica a un costado de la plaza de las tres culturas, es un alto edificio que albergada antiguamente a la Secretaría de Relaciones Exteriores y que fue el sitio del histótico del "acuerdo de Tlatelolco” que suprimió la proliferación de armas nucleares en América Latina, hecho que le valió el premio Nobel de la paz a Alfonso Gómez Robledo, egresado de la Facultad de Derecho. ¡Goya...!

Recomiendo mucho visitar este museo, conocer de cerca el veredicto de aquellos hombres que presenciaron de cerca los hechos e intentan reconstruir un pasado lleno de emociones, movilizaciones y nostalgía. Vea las fotografías más notables de la época, escuche la música y no tenga miedo a dejarse llevar por ese sentimiento contestatario y altermundista que caracterizó un gran despertar en el mundo entero.
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