sábado, 25 de julio de 2009

Se terminó el mochilazo, ¿y ahora?...

Hoy salgo de un bello y desvariado sendero de improvisación. Reingreso a un esquema necesario para construir con ímpetu una rutina prolífica, que tenga miras más ambiciosas con retos factibles y materializables. Ya he vivido durante las últimas semanas un mágico extravío onírico; he viajado, contemplado amaneceres, caminado entre lluvias tropicales, bailado con denuedo, suspirado por emotividad al comprobar tangiblemente lo hermosa que puede ser la vida debido a personas que están ahí, a nuestro lado, como si realmente estuvieran a la espera de ser encontradas y comenzar a construir en conjunto nuevas historias que iluminan nuestra existencia y ennoblecen nuestro corazón.

Ya con cierta reiteración, venía azotando en mi mente un sentimiento dual; aquella parte de mi ser que, a modo de conciencia, me exhortaba a deslindarme paulatinamente de este hermoso letargo vivencial (aunque suene paradójico) y emprender la búsqueda de una vía más consciente y comprometida con la circunstancia que me rodea, relegando, quizá, lo meramente placentero y sosegado, para priorizar, al menos por un tiempo, lo que podríamos llamar "lo trascendental”.

Por ahora vuelvo de un excelente viaje mochilero por las bellas tierras del sureste mexicano. Recorrí cuatro bellos estados; Yucatán, Campeche, Tabasco y Veracruz. Todos estos sitios con la entrañable compañía de Ana Caballero “Murz” y Miguel Ángel Ramírez, amistades internacionales que hicieron de esta experiencia un interesante experimento de personalidades divergentes en una convivencia casi inseparable. Externamos a lo largo de los días innumerables risas, abrazos, compartimos reflexiones, propiciamos profundos debates, e incluso tuvimos nuestro ineludible desencuentro y drama que amenazó la armonía grupal provocando su ligera tensión; sin embargo, al ver en retrospectiva este “gran mochilazo”, observo el maravilloso resultado, y gustoso confirmo el sincero anhelo de vivir otra aventura semejante.

Describir minuciosamente un mochilazo de diez días sería una ardua labor de redacción y, quizá, sugeriría demasiado contenido para este blog que se caracteriza por su brevedad. Esos escritos largos ya prevalecerán en la memoria en un diario de viajero. Por lo pronto iré describiendo en los próximos días lo vivido con cierto tinte anecdótico y reflexivo.

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