domingo, 16 de agosto de 2009

Ni Dussel ni Lazcano, pero López Austin sí

Ha comenzado mi noveno y penúltimo semestre en la UNAM, específicamente, en mi Facultad de Derecho. Poco a poco comienza a forjarse la sutil y bella rutina de asistir cinco días a la semana al extenso campus universitario para escuchar las clases, leer en sus bibliotecas o espacios abiertos, departir con lo compañeros y aprovechar al máximo el poco tiempo que me resta como estudiante de licenciatura. Sí, el brevísimo tiempo que rápidamente se diluye. Me he vuelto maniático en la UNAM, un estudiante empedernido que quiere conocer a la pléyade de maestros extraordinarios que ahí imparten; sin embargo, me corroe una ligera frustración, pocos de ellos están en la facultad de Derecho, ya que, los juristas, o al menos la mayoría de los profesores de mi insigne facultad, no tienen un criterio holístico o multidisciplinario sino que se limitan esencialmente a un programa árido que incluye leyes, procedimientos administrativos y esos típicos trucos que aprovechan los vericuetos de la legislación para promover fechorías. Debo de reconocer que hay excepciones, por ejemplo, el maestro Alfonso Estuardo Ochoa, quien porta solitario la bandera anti-Derecho sin miramientos y con impresionante locuacidad.

El escenario no sería nada lisonjero si tan sólo al Derecho me dedicara, por ello desde varios semestres atrás he intentado complementar mi desarrollo estudiantil con variadas actividades que han hecho de mi estancia en la Universidad una serie de años de gratísimo reconforto y aprendizaje; no obstante este año mis planes originarios se han visto parcialmente frustrados.

Acomodé mi horario en función de poder asistir a las aulas de dos ilustres profesores: el filósofo Enrique Dussel y el biólogo Antonio Lazcano, ambos emblemáticos y mundialmente reconocidos.

Este miércoles, airoso me dirigí a la Facultad de Filosofía y Letras en pos de mi gran maestro, con quien ya había tomado clases por tres semestres consecutivos, todas en el mismo salón y con el mismo horario. Al asomarme por la ventanilla del 008 vi a otro profesor desconocido con un auditorio semivacío y bostezando, - ¡Chin!, seguramente Dussel se habría mudado de sitio-, pensé. Fui a la lista de profesores y no encontré su nombre ni su asignatura; pero no desistí, llegué a la coordinación de Filosofía y pregunté por el renombrado filósofo; fueron dos respuestas al unísono las dadas por las secretarias regordetas: este sería su semestre sabático ¡No!

Quizá no esté tan mal después de todo, en este momento estoy viendo aqui en mi frente su último y más extenso libro que no he terminado de leer :“Política de la Liberación.” Será este año un buen tiempo para repensar muchos conceptos innovadores que cobraron sentido en mi vida después de escuchar sus cátedras. Serán difíciles de olvidar las temáticas que hacían énfasis en una reestructuración política, el poder obedencial, el tiempo mesiánico, la heroicidad, la analéctica, el punto cero, la fetichización del poder, la gratuidad, etc. Gracias Enrique Dussel, por haber dado destellos de luz a una mente inquieta e incierta, por ensanchar mi criterio, y sobretodo, por tu exhortación constante en favor de la originalidad y practicidad que debe aterrizar el filósofo comprometido con la Historia. ¡Disfruta tu año sabático!

Ese mismo día -miércoles- corroboré en la lista de profesores de Biología la presencia del Doc. Antonio Lazcano con la asignatura denominada “Origen de la vida”, al parecer no había ninguna falla correría con suerte. Al siguiente día fui directamente a la Facultad de Ciencias, encontré su enorme salón, tome asiento e impaciente esperé el arribo del célebre científico; no obstante pasaron muchos minutos sin su presencia hasta que, de manera natural la suspicacia surgió y pregunté a otro alumno por el maestro Lazcano, la respuesta fue desilusionante, también el prestigiado biólogo había tomado su semestre sabático. ¡No!, por segunda ocasión.

Pero como gratificante consuelo, de manera fortuita, por recomendación de una amiga de mi hermano, cursaré una interesantísima clase como oyente con el renombrado historiador Alfredo López Austin, quien imparte la sobresaturada asignatura de "Mesoamérica". Su primera clase -viernes- fue una excelente combinación de claridad didáctica y erudición. Ya habrá mucho que escribir sobre López Austin en los próximos meses.

Les enfoirés

Esto no tiene nada que ver con la UNAM ni con el título de la entrada, pero tengo esta música en la cabeza y quiero dejar testimonio de ella en este blog.

Ellos son les enfoirés (los infalibles), un grupo de diversos artistas y compositores franceses unidos en una misma causa: la lucha contra la exclusión social.

Les efoirés han creado una asociación de asistencia pública para los desposeídos franceses (que ahora se encuentra en plena internacionalización), al promover varios servicios básicos, entre los que destaca la conformación de cientos de restaurantes de comida gartuita conocidos como restos du coeur.

Los dejo con esta bella canción dirigida a todos aquellos que se sienten solos e incomprendidos ante el criterio devorador y egoísta que predomina en nuestros tiempos. Cantemos con estrépito aunque las lágrimas broten y se manifiesten, no guardemos el ímpetu interno y acallemos los justos reclamos, no nos dejemos derrotar, ¡seamos infalibles!

http://www.youtube.com/watch?v=E65xj_arQ3Q

1 comentario:

Anónimo dijo...

Hola

No sera Alfonso Estuardo Ochoa Hofmann el maestro a que te refieres?? me lateria meterme con ese maestro que mencionas en la facultad