domingo, 19 de abril de 2009

Vacaciones de Primavera III: Los pasos de Cortés y las dunas de Chachalacas

1. LOS AVENTONES HACIA LA HISTÓRICA CEMPOALA.

El sol resurgía lentamente, el canto de las aves evidenciaba el inicio de un nuevo amanecer. La noche fue larga, entre insomnio y reflexión, sentía que había descansado muy poco; sin embargo, no había rasgos de fatiga. Salí de la casa de campaña muy temprano y, mientras Valérie dormía, caminé por la rivera del río, leyendo dos capítulos de mi libro ocasional: “Demian.” Regresé con la indomable belga muy animado y le di fuerzas para continuar con nuestro mochilazo. Era tiempo de ir en pos de la playa.

Desde Jalcomulco no es tan sencillo llegar a la playa, es un pueblo muy pequeño y, por lo tanto, su sistema de transporte es precario. Era un buen momento para probar suerte con el aventón. Caminamos a los confines del poblado e iniciando la carretera un amable señor se ofreció a acercarnos al pueblo de Cardel, muy próximo a nuestro destino: Chachalacas. Entusiasmados subimos a la camioneta con compartimento abierto en la parte posterior, estábamos muy sonrientes, el aire fresco impactaba suavemente nuestra faz y los cabellos se agitaban por la inercia del movimiento. Nuestro viaje tomaría a partir de aquel hecho un rostro aún más aventurero. Un aventón era el pretexto ideal para compartir un poco de nuestras vidas con la gente del lugar, conocer la nobleza humana y, desde luego, ahorrar un poco de dinero. Fue en ese primer aventón que Valérie y yo utilizaríamos un saludo específico por cada vehículo que nos recogiera, el cual nombramos como “la maña”.

Llegamos al centro de Cardel, bebimos una deliciosa malteada de vainilla y aprovechamos para conocer la zona arqueológica de Cempoala, que se encuentra muy cerca de aquel lugar.

Cardel es la capital del municipio de Antigua, que hace referencia a la Villa Antigua de la Vera Cruz, sitio en el cual Hernán Cortés planificó la primera ciudad española en territorio propiamente americano, y a partir de éste punto, partió en dirección a Cempoala, la primera urbe mesoamericana que lo acogió y le brindó una sólida alianza militar en contra de Moctezuma.

Nuestra visita a Cempoala me causó mucha inquietud histórica, es por ello que decidí retomar la segunda carta de relación de Hernán Cortés dirigida a Carlos V, con el fin de imaginar los hechos que sucedieron en aquel lejano 1519.

La zona arqueológica no es basta, es simplemente una plaza que tiene pequeños basamentos piramidales en las cuatro direcciones cardinales. Seguimos con curiosidad la explicación de un guía que narraba con detalle los rasgos arquitectónicos del lugar y los hechos acaecidos tras la llegada de Cortés. Valérie mostró gran interés por el proceso de conquista y preguntaba entusiasmada pequeños detalles que le venían en mete, por eso decidí regalarle el famoso libro de Miguel León Portilla: “la visión de los vencidos.
2. CHACHALACAS; CAMPAMENTO ENTRE DUNAS, LUNA LLENA Y MAR.

Continuamos nuestro viaje en dirección a Chachalacas y nuevamente recurrimos al aventón, lo conseguimos con suerte y buen tiempo; caminamos por la orilla del mar rumbo a las bellas dunas que se encuentran un poco retiradas del poblado. En el camino aprovechamos para comer una fresca y deliciosa mojarra enchipotlada.
Aquel día tenía mucho ánimo de aprender neerlandés, la lengua materna de mi acompañante, fue así que ella me instruía con las frases más cotidianas y su difícil pronunciación: “ Valérie, jij bent zoo mooi.” De igual modo yo trataba de enseñarle un castellano más literario, no cabía duda que su nivel oral incrementó exponencialmente en tan sólo seis semanas. El uso del francés había pasado al olvido.

Al llegar a las dunas muchos recuerdos atravesaron mi mente: imaginarme en ese mismo lugar a mis 17 años con una compañía inmejorable (la tertulia), retrospección natural de aquel memorable febrero del 2003, aquellas perspectivas y preocupaciones ahora tan cambiantes; mi corazón palpitaba conmovido y gozoso, el paso del tiempo todo lo había cambiado.
La tarde palidecía, quedaban pocos minutos de luz y debíamos escoger un lugar para instalar la casa de campaña. Valérie encontró una especie de valle en medio de aquel arenal y nos pareció perfecto sitio para quedarnos, armamos rápidamente nuestro refugio y pronto se mostró soberbia y altiva ante nuestros ojos una bella luna llena que nos dotaba de una tenue y hermosa luz azulada; en frente de nosotros, un mar calmo y sonoro, un aroma húmedo y una noche cálida que nos permitió estar por horas contemplando el firmamento. Bellas pláticas, mágicos recuerdos.

Caminamos nuevamente por la orilla del mar y compramos las provisiones para el amanecer, queríamos ser testigos del despertar del alba y después partir temprano en dirección al Tajín; sin embargo, los planes mudarían un poco. Fue tan placentero dormir sobre la suave arena que despertamos más tarde de lo previsto. Animosos de hacer ejercicio, corrimos y caminamos mucho por la rivera, llegamos lejos, hasta arribar a una zona que parecía virgen y se encontraba repleta de conchitas y cangrejos, nadamos en el mar y desayunamos una deliciosas tortas polacas (invento jarocho que se asemeja a la tinga de pollo, sólo que tiene un sabor más dulce y enchipotlado, es decir, nada que ver con Polonia).
Prácticamente dejamos Chachalacas a medio día, el calor estaba en su apogeo, la sensación de agua salada y arena en todo el cuerpo nos hacía urgir un baño, pero al poco tiempo se olvidaron esos detalles y continuamos nuestro tenaz mochilazo pidiendo nuestro próximo aventón.
Para conocer la versión néerlandesa descrita por Valérie sobre este mismo viaje, visitar el site: http://missvitabis.wordpress.com/

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