XALAPA, ENTRE LO AMENO Y LO RAPAZ
El viaje fue tranquilo, aunque hubo un momento en el cual Demian (nuestro anfitrión en Xalapa) dudaba acojernos debido a un compromiso en la ciudad de México, ya que es parte de un grupo de rock llamado Cliché y tendría que asistir a una reunión con su banda el lunes a medio día, por lo cual sólo podría estar pocas horas con nosotros.
Finalmente llegamos a Xalapa. Demian nos recogió en la estación de autobuses y nos introdujo en la atmósfera local, nos permitió guardar nuestras pertenencias en la casa de su ex novia y poco después comenzamos a conocer la ciudad.
Xalapa es una ciudad muy arbolada y excesivamente sinuosa, tiene zonas de impresionante belleza que parecen paisajes suizos repletos de lagos y cisnes; en contraste su topografía y falta de planificación a producido zonas habitacionales marginales que poblan los cerros con gran similitud a las famosas favelas de Rio de Janiero. Visitamos los lagos que se encuentran en torno a la Universidad, conocimos el centro histórico y cenamos en un delicioso restaurante italiano “Il pomodoro: ogni bocatto fatto con il cuore”. Mientras tomábamos unas cervezas alemanas en un bar de jazz, surgió una profunda plática acerca de la plenitud, el goce y la relativa fórmula en la búsqueda de la felicidad, las conclusiones fueron esperanzadoras: recontamos hechos de nuestras vidas que nos habían sido muy gratos y narramos algunos momentos de éxtasis que otorgan sentido a la existencia. Brindamos por el viaje, por los jarochos, por Cliché, por Bélgica y por México.
Aún con aquel incidente retomamos el sueño en ese mismo lugar, sólo que esta vez nos enroscamos a nuestras mochilas. Al despertar nos dirigimos nuevamente al centro de la ciudad, visitamos los mercados, el palacio de gobierno, y pedimos información referente a deportes extremos. Sí, estaba muy cerca el pueblito de Jalcomulco, famoso por su caudaloso río Huitzilapan o Pescado y la ruta era muy sencilla. Dejabamos atrás la capital de los jarochos.
JALCOMULCO Y SU ENCANTO NATURAL.
Jalcomulco es en su totalidad un pueblo eco-turístico, casi toda la población está involucrada con el negocio de “los rápidos”, la tirolesa y el montañismo; no obstante los precios eran muy caros y en vez de crear competitividad entre ellos, uniformaron los costos por presión del municipio. ¿Imaginan pagar $450 pesos por 2 horas de remo?, esa cantidad, al menos para mí, era inasequible; además, no era época de lluvias y el río estaba muy disminuido, en pocas palabras, estaba bien chafa la corriente.
Decidí ir con la indomable Valérie a explorar los alrededores de Jalcomulco y los lugareños nos informaron de un bello lugar para acampar, el cual denominaban “la playita.” Ya de paso conocimos a un chico que estaba en esto de mochilear desde hace 8 años en compañía de su novia, una especie de artesano itinerante que de manera locuaz nos platicaba sobre los más bellos lugares que había visto en México, nos orientó muy bien y nos mostró una casa ermitaña de un simpático italiano huraño, el gracioso Guido que vivía debajo de un gran árbol de
Los árboles de mangos son esplendorosos, llegan a medir hasta 30m y tienen una ramificación muy amplia, su sombra puede abarcar hasta una circunferencia de 15m. Fascinados por los bellos ejemplares no perdimos el tiempo para treparlos, subimos muy alto, y, con cierta precaución, descubrí mis mejores habilidades simiescas que corroboran la teoría de Darwin. A una altura considerable platiqué con Valérie sentado sobre una gran rama, era un bello paisaje, estábamos totalmente solos en una atmósfera muy verde, muy gustosa, con aire fresco y el sonido del río al fondo.
Decidimos acampar en esa zona, era perfecta por la sombra brindada, se veía muy seguro, un lugar idóneo para dejar nuestras pertenencias sin miramientos e ir a tomar una ducha al río.
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