sábado, 12 de diciembre de 2009

Virgen de Guadalupe, una mentirota del tamaño de México

Años atrás, me impactó mucho un documental que hablaba del fanatismo religioso en Nápoles, Italia. Veía con impacto esas prácticas medievales de autoflagelación y otras muestras de dolor innecesarias que tenían por fín obtener la misericordia de alguna divinidad celestial. La celebración de aquel programa era sobre el 19 de septiembre, día de San Gennaro, patrono de la de Nápoles. Según la mitología cristiana, el tal Gennaro fue un fervoroso obispo cristiano que cayó en las manos de las autoridades romanas durante la última gran persecución de cristianos (305dC). Fue cruelmente lanzado a una arena con leones hambrientos que, en vez de devorarlo, se comportaron como mansas ovejitas y no le hicieron nada. El público sediento de sangre, exigió que se asesinara a aquel brujo, fue así que las autoridades ordenaron su decapitación en la misma plaza. Su sangre inevitablemente corrió por la arena, y el más fiel de sus seguidores recogió un poquito y la colocó en un frasquito. Con el tiempo se santificó a Gennaro, y hoy en día, cada 19 de septiembre se celebra en la catedral de Nápoles una homilía en la que, supuestamente, se puede presenciar un verdadero milagro: El obispo toma aquel frasquito viejo con la sangre del mártir y lo alza frente a los feligreses, quienes rezan piadosamente hasta que se visualiza el milagro, ¡Oh, gloria celestial! La composición sólida y negruzca del contenido del frasquito obtiene un tono rojizo vivificante. La sangre de San Gennaro sigue ahí, frente a los ojos de todos; y ya se imaginarán lo que pasa: se desmayan las viejitas, los italianos gritan -¡Miracolo di Dio!- y se celebra una gran fiesta. Al ver todo eso pensé que me encantaría estar ahí, sólo por morbo, compartir ciegamente esa pasión desatada, y ver la generosidad festiva y momentánea de tantos feligreses ingenuos. Aunque inmediatamente reparé que en mi monstruosa Ciudad de México también existe una celebración masiva que se celebra el 12 de diciembre, posiblemente un poco más chafa, pero existente.

En mi dichoso Valle de Anáhuac, recién terminada la matanza perpetrada por cientos de españoles traicioneros y ambiciosos lidereados por Hernán Cortés, se intentó amarrar espiritualmente a los indígenas que estaban devastados anímicamente por una conquista forzada. Entonces, alguien tuvo la ocurrencia de crear un símbolo que sirviera de puente entre los indígenas y las divinidades europeas, de ahí provino la Virgen de Guadalupe.

Cuando era niño pensaba que la Virgen de Guadalupe era una especie de diosa mexicana, pero después me dijeron en mi escuela marista que se trataba de la misma Virgen María, es decir, la mamá de Jesús. No entendía por qué la mamá de Jesús de repente se hizo morena y se apareció por aquí. La respuesta ahora la sé, se trató de una simple política de alienación para controlar a los indígenas. No es casual que el lugar de actual veneración a la guadalupana sea el mismo que antiguamente utilizaron los mexicas para adorar a Coatlicue, madre de Huitzilopochtli, deidad redentora de los pueblos de Aztlán. Se trató de un artero acto político que utilizó los hábitos indígenas para facilitar la dominación espiritual.

Lógicamente los astutos españoles se inventaron una leyenda para sostener la transición Coatlicue-Guadalupe, que es, en pocas palabras, la siguiente: En 1531, un indígena converso rebautizado como Juan Diego, iba caminando solitario por las colina del Tepeyac para llegar a la misa dominical en la Iglesia de Santiago Tlatelolco, y de repente, de entre los matorrales, escuchó una música celestial que emanaba de una mujer hermosa (claro que no podía ser fea; ya ven que uno de los vicios más recurrentes y poco criticados de la cultura occidental es vincular lo bonito con lo bondadoso). Esa mujer le dijo que tenía ganas de que en ese lugar se le construyera un templo de veneración, y le encomendó que se lo planteara al obispo de la recién conquistada Tenochtitlán, ahora en proceso de sepultura para dar paso a la actual Ciudad de México. Obviamente nadie le creyó nada a Juan Diego. Después, nuevamente se encontró a la mujer, quien le preguntó por su templo, Juan Diego, avergonzado le dijo que nadie le había creído y le habían tildado de loco; pero la mujer, aferrada en que le construyeran su templecito, forzó la situación y le pidió a Juan Diego que regresara a hablar con el obispo, sólo que esta vez con una prueba que revelara un mandato divino. Juan Diego, sumiso y obediente, hizo lo encomendado, recogió unas rosas de castilla en su manto y fue nuevamente con el obispo. Esta vez pasó directamente con él, sin muchas palabras mostró las rosas que le había dado su patrona, y ¡zaz! que se produce el milagro, las rosas habían dejado marcada la imagen sagrada de la Virgen morena. Se trataba notablemente de una pintura no muy realista, pero no importó, los estándares estéticos de la época eran eso, quizá si hoy "hubiera ocurrido el milagro" tendríamos una fotografía nítida, no importa. El hecho es que la Virgen imprimió su propia imagen en el manto para ser venerada. Mucha vanidad ¿no? Y ahí acaba la historia, no es nada gloriosa, sólo un anhelo de “un ser divino” por ser venerado. Principio que por cierto va en contra de la base monoteísta de la propia cristiandad, pero ya nadie lo cuestiona. El catolicismo promueve la idolatría ¿y qué…?

Si se preguntan sobre la vida de Juan Diego después de haber cumplido su mandato, la verdad nadie lo sabe. Seguramente murió pobre y en el cielo Dios y Gadalupe lo apapacharon. En realidad los escritos sobre este personaje indígena aparecieron ciento cincuenta años después. Es como si ahora yo me pusiera a especular sobre la vida de los hijos de Benito Juárez sin poseer ninguna referencia histórica, sólo con el fin de justificar algo injustificable.

En realidad este mito difícilmente puede ser situado en una temporalidad histórica, incluso en 1996 el propio ex Abad de la Básilca de Guadalupe, Guillermo Schulenburg, afirmó que todo lo relacionado a Juan Diego se trataba de un invento; por lo tanto negó la existencia de la tal Virgen de Guadalupe, porque Juan Diego, en teoría, fue el único que la vio. Esto provocó ira e indignación de varios guadalupanos que protestaron la inmediata remoción del Abad por su falta de fe. Tenemos aquí el ejemplo claro que incluso cuando la iglesia intenta ser honesta y dice abiertamente que sus fábulas fueron inexistentes, los propios cretinos engañados defienden una vida en la mentira.

Desoyendo a Schulenburg, y con el afán de aumentar su poder en México, la Iglesia Católica canonizó al personaje ficticio de Juan Diego. Pero hasta en eso les falló la mínima lógica y seleccionaron la peor imagen posible para representar a un indígena mexicano. Quizá ni siquiera se cuestionaron en ello, pero los indígenas son en su mayoría lampiños, la barba cerrada es una característica europea, no tiene nada que ver con la realidad fisionómica indígena. Además, se malbarato penosamente el titulo de Santo, que antiguamente se otorgaba a los más aguerridos defensores de la cristiandad, a los mártires. En el caso de Juan Diego se trató de un simple mensajero que al parecer no tuvo ningún elemento virtuoso, quizá sumisión y obediencia.

12 de diciembre, me fui a ver a la virgencita

Esta fecha por primera vez quise conocer de cerca la pasión (o ignorancia) mexicana y fui a la Basílica de Nuestra o Señora de Guadalupe. Los cálculos de la Delegación Gustavo A. Madero indicaban que esa noche se congregarían aproximadamente siete millones de personas. Sí, suena absurdo pero así se decía. Llegué en metro con mi amigo Jordy y no tuvimos ningún problema para entrar a la Basílica que tiene un espacio para 50 mil personas. Dimos el rol por el lugar, vimos a gente con esas absurdas actitudes medievales y oscurantistas al martirizarse con largos trayectos hechos con las rodillas al desnudo. Subimos al cerro del Tepeyac y descendimos por el sitio que ostenta la imagen escultórica que entraña todo el simbolismo del lugar: la subordinación de nobles guerreros indígenas postrados ante la deidad de los conquistadoras, la impuesta Virgen de Guadalupe. Uf, en ocasiones una imagen sí dice más que mil palabras.

Ya de regreso quisimos ser participes en las peregrinaciones, no había muchos cánticos, quiero suponer que la gente ya iba muy cansada y ansiosa por llegar. Lo que sí había y me conmovió, fue una gran cantidad de personas que se solidarizaba con los peregrinos y les regalaba agua, atole, tortas, tamales, panes, cafés, etc. Eso sí, dejando un marranero a su paso.

Caray, escribí mucho y quiero salir a un evento de Greenpeace. Sin embargo, antes me gustaría hacer una reflexión final: Muchas personas creen que la religión católica no hace daño a la gente, más bien, orienta y promueve la armonía en la sociedad; quizá tengan un poquitito de razón. No obstante, considero que toda alienación ciega tiende a lo negativo, la dogmatización de la vida lleva a la intolerancia y a la incapacidad de un diálogo basado en preceptos racionalmente planteados. No hace falta tener un poco de criterio para darse cuenta que la Virgen de Guadalupe es una gran mentira histórica y un gordo negocio para la Iglesia católica. Finalmente, eventos como este reflejan que, nosotros como mexicanos, seguimos siendo un país muy atrasado, semibárbaro y poco crítico; y de seguir así continuaremos siendo una democracia disfuncional y una porquería de país. ¿La culpa es de los peregrinos? No del todo, ellos lo hacen por candidez y manipulación. Habría muchas direcciones para apuntar con mi dedo flamígero en la búsqueda de culpables. Y quizá, en el fondo, a muchos les conviene que las cosas sigan así, que los borreguitos sigan dando su espectáculo anual mientras que otros están en su casa viendo la televisión.

Ya de colofón vean este trailer de una película espantosa que esta ahora en cartelera sobre el robo de la imagen sagrada de la Virgencita. Júzgenlo por ustedes mismos.








6 comentarios:

Acuaraptor dijo...

Entrada Más interesante no pude encontrar en mis Blogs Aleatorios de hoy.

Fasinado por tu narrativa..!!
Me cole por tu Suscripción al blog de MF. Un Saludo Fraternalmente Anti-Clero.

Hay algún movimiento científico en México que reclute a personas interesadas en abolir la esclavitud religiosa?

Lo necesitamos. Formemos Varios!
FRANCISCO DFectuso
FRANK.DF@HOTMAIL.COM

Francisco Reynoso dijo...

Pero entonces, ¿cómo es que un país, como Italia, con un fanatismo mucho más ferviente que el nuestro (tomando en cuenta que crees que nuestra fiesta es más chafa que la de ellos), es un país mucho más desarrollado económica, social y culturalmente?

Luis Gabriel Urquieta dijo...

Francisco Defectuoso, agradezco tu comentario. En verdad existe una necesidad imperiosa de modificar el criterio trastocado por una filosofia medieval, alejada de la lógica y de las necesidades presentes. Hay elementos positivos y hay gente buena en la Iglesia católica, sin embargo, necesitamos una revolución cultural que permite una concepción abierta y madura del mundo.

y Francisco Reynoso, Bueno, Italia es un caso aparte. Nunca expresé que el fanati

Luis Gabriel Urquieta dijo...

smo italiano sea mayor que el mexicano. Italia, específicamente en el sur, sigue siendo una zona rezagada en comparación al norte. Y es claro que, la iglesia tiene más arraigo donde hay más ignorancia. Si vas a Milano, a Turino, encontrarás clara liberación; por el contrario, la Sicilia. Calabria y Napoles continúan teniendo mayor cantidad de feligreses apasionados

Anónimo dijo...

¿Conoces Italia?

Anónimo dijo...

y donde se supone k tu saves todo eso.claro es muy interesante pero a estas alturas creo k eso no cambiara