martes, 4 de mayo de 2010

Andanzas por Tlaxcala y el brinquito a Cholula

Ya visto el mural, quedaba poco por hacer en la ciudad de Tlaxcala. Por si las dudas me acerqué a un módulo de información turística en el que dos mancebas atendían en voz bajita. Tan pronto nos vieron, comenzaron a recitarnos sobre las maravillas de Tlaxcala con esta tonadita de me-sé-todo-de-memoria-como-si-fuera-un-casset-y-no-reflexiono-lo-que-digo. Siempre he sentido rechazo a ser tratado como turista, me siento como retrasado mental cuando me dan obvias indicaciones y tengo que mover la cabeza en señal de afirmación. En esta ocasión no quise pasar por eso, interrumpí a la señorita y le solté una pregunta específica, le dije que deseabamos ir a un sitio alejado de la gente, algún recóndito paraje sin autos ni basura. La mujersita se descolocó y no supo ni que decirnos, y cuando ya estaba por contestar, la ataje con una pregunta aún más concreta, deseaba saber si existía algun río visitable o alguna cascada, entonces la chava, con vergonzosa franqueza nos dijo que toda el agua de Tlaxcala, con excepción de una pinchurrienta presa, ya estaba ultracontaminada y no era nada recomendable. Katrin y yo automáticamente nos volteamos a ver con cara de qué-mala-onda; pero eso era real, nuevamente afrontábamos la penosa situación del México central, una zona que vive una agonizante catástrofe ambiental. Pues ya, sin más que decir nos dirigimos a Ocotlán, el templo que, según nos dijo la muchachita, era la más chula construcción de todo el estado.

Aquí algunas fotos que tomamos antes de llegar Ocotlán.

Una parejita demuestra que al amor no le importan las ideologías

Katrin como cuadro viviente al comenzar nuestra escalada en pos de Ocotlán

Pesada subida. Nos encontramos a tan solo unos metros del susodicho santuario . Obsérvese lo fellullón de los alrededores, lleno de ese espantoso cableado.

El santuario de Ocotlán, bien pintoresco como debía de ser.


Dejamos la ciudad de Tlaxcala y fuimos a Xochitécatl, una pequeña zona arqueológica en la cima de una montaña. Lo único chido que hay ahí es que sopla un hiperviento que te hace sentir como papalote. Nos tiramos cual lagartijas al sol y estuvimos unos veinte minutos rostizándonos. Sin rumbo fijo, dajamos la pirámide y tomamos un aventón. El conductor en turno nos hizo algunas sugerencias y nos convenció en visitar Cholula, ya en el estado de Puebla. No recordaba aquella ciudad físicamente, pero sí tenía muy presente el sangriento episodio histórico conocido como La matanza de Cholula. Este sitio tuvo suma importancia en la conquista de México, ya que consolidó la alianza de españoles y tlaxcaltecas, cuando los primeros apoyaron a los segundos a materializar un atroz genocidio de sus enemigos, los cholultecas.
Aqui unas imágenes de Xochitecatl y nuestro camino hacia Cholula:


Unos quince años de pueblo. La festejada disfrazada de mariposita tiene problemas para caminar con ese vestidote.

Katrin y el vendaval de Xochitecatl

yo de borrego


La antigua ciudad de Cholula ostentaba la construcción piramidal más voluminosa de toda América, incluso del mundo. Hoy la pirámide está altamente dañada, totalmente cubierta de pasto y amplios árboles. Al estar nosotros sobre aquel enorme montículo artificial, es inevitable reflexionar sobre el doloroso pasado qe representó la conquista. En la cima de aquella estrcutura, los españoles impusieron su iglesia como símbolo de supremacía. Imaginé que si algún día llegara a tener el poder de decisión sobre qué hacer con Cholula, ordenaría la inmediata demolición de aquel templo crsitiano usurpador y haría desenterrar la emblemática joya arqueológica. Sólo que de repente desperté a la realidad: los poblanos son, en términos generales, una bola de mochos premodernistas. Lástima, es como si en las pirámides de Egipto a algún imbécil se le hubiera ocurrido enterrarle una cruz en la cima. Pero bueno, qué se le va a hacer...



Con Katrin en la cima de la pirámide de Cholula. Detrás de nosotros, una espesa capa de contaminación, y más atrás, el volcán La Malinche

Colosos al atardecer

Poblanos que me dijeron -¡Ándale manito, sácanos una foto!-


Y aquí un video que hicimos sobre la pirámide de Cholula con el hermoso fondo del danzón N° 2 de Arturo Márquez.

Tlaxcala en corto

Ya desde varios meses tenía la intención de volver a Tlaxcala, quizá no se trate de un sitio muy espectacular, pero definitivamente hay algo que me atrae de esa tierra. Quiero suponer que me inquieta su pasado prehispánico, su “tramposa” alianza con los españoles que, según cuenta la historia, terminó por aniquilar al imperio mexica. Y ahora, con el paso del tiempo se malentiende como una traición hacia su propia cultura, ¡zaz!.

Tlaxcala es el estado más pequeñín de nuestra maltrecha república. Lo más destacable es un bello volcán: el Matlacuéyatl “Señora de la falda verde”; sin embargo ya casi nadie le dice así, porque a los españoles les dio la gana decirle La Malinche y la mayoría del populacho los siguió cual borregos. El hecho es que este hermoso volcán se observa desde cualquier parte del estado, o bueno, eso es lo que dicen los tlaxcaltecas.


Lo que sí es muy bello y me tocó presenciar junto a mi amiga Katrin, es el tramo de dos horas que entrelaza al DFectuoso con Tlaxcala, ya que necesariamente se deben de bordear los majestuosos volcanes que circundan al Valle de Anáhuac, el Popocatépetl y el Iztaccihuátl.


Llegamos a Tlaxcala de Xicohtencatl, la meritita capital. Al salir de la estación nos encontramos un sitio espantoso, nada estético y mal pavimentado. Preguntamos por el centro histórico y una vendedora ambulante nos dio las coordenadas. La ciudad es muy pequeña y en menos de cinco minutos ya estábamos en la avenida principal, cruzamos el repugnante río Zahuapan, bañado por aguas negras, pero eso sí, decorado con unas cuatro o cinco jacarandas en pleno floreo. Finalmente, pasamos al palacio de gobierno de Tlaxcala, donde, por así decirlo, se encuentra la joya de la ciudad: los murales de Desiderio Hernández Xochitiotzin.
Hernández es uno de los grandes muralistas de México, discípulo de Diego Rivera y Francisco Goitia, logró crear un estilo propio, mucho más colorido y visualmente atractivo que el propio Rivera, quien brilla por su tono opaco. La obra visitada, al igual que la mayoría de las demás obras de la corriente muralista, intenta transmitir didácticamente la historia de Tlaxcala, enaltecerla y romper de una vez por todas con la pesada carga histórica que se le atribuye al pueblo aliado de Cortés. La conquista española no significó una sumisión para los tlaxcaltecas, sino un triunfo que les permitió mantener un estatus privilegiado bajo el régimen colonial. No se conservó la religión prehispánica y también se les hizo cristianos por las malas, pero finalmente fueron quizá el pueblo indígena mejor librado ante el embate de los barbudos europeos.
Aquí os dejo algunas imágenes del gran mural:



Tlaxcaltecas idealizados en una sociedad multicolor. Como figura central Xicohtencatl huehue y su hijo. Además se oberva al fondo de la ciudad el volcán Matlacuéyatl

Xicohténcatl huehue, se alía con los conquistadores gachupínes

Los tlaxcaltecas vestidos con una capita europeizada y su báculo mágico, declaran inaugurada la real villa de Tlaxcala con sus cuates hispanos.

Tlaxcaltecas y españoles contra aztecas agonizantes, Obsérvese que el tlaxcalteca porta una espada ensangrentada.

A los personajes importantes del siglo XIX, Hernández les pintó su documento simbólico en forma de pergamino, esfuerzo vano porque dudo que alguien los lea.

Con Katrin en el segundo piso

Y ahora el videito con la participación de Katrin, quien muestra sus habilidades de interprete al traducir todo lo que improviso al alemán: