sábado, 30 de enero de 2010

"La cagaste y ya no la hiciste de pedo"…

Últimamente con esta nueva tendencia internacionalizadora, he tratado de hablar un castellano universal, sin regionalismos, comprensible para cualquiera que hable mínimamente mi lenguaje. Mi único objetivo: ser cabalmente entendido. No obstante, siendo consciente de que muchas palabras chilangas son incomprensibles, incluso para propios mexicanos, resulta inevitable no decirlas, simplemente afloran, se vuelven esenciales en este ambiente urbano y son parte integra de nuestra identidad.
La semana pasada recibí en casa a la primera couchsurfera latinoamericana, la simpática Sami, del Perú. Ella mostraba un peculiar interés por digerir minuciosamente todas las conversaciones chilangas que, naturalmente, caían en lo ininteligible para alguien que no vive en el Valle de Anáhuac, pero Sami no tuvo pena en interrumpir inmediatamente nuestras charlas para preguntar por aquello que no le hacía ningún sentido, entonces Karun, El Príncipe, Jordy o yo, nos dábamos a la tarea de buscar algún sinónimo de la palabra en cuestión, e incluso, tratabamos de ejemplificar con situaciones específicas en las que se podrían utilizar aquellos mexicanismos. Así salieron a la luz palabras o frases muy comunes en mi léxico como: chafa, órale, manito, cuate, no manches, ¡qué poca-madre!, desmadre, chingaderas, apachurrar, etc.

Esas pláticas me hicieron recordar la añeja lectura de nuestro apreciado Nobel de literatura: Octavio Paz, y su memorable ensayo El laberinto de la soledad, en el que, de una manera magistral, dedica el capítulo “Hijos de la Malinche” a una recapitulación histórica y sociológica sobre las malas palabras mexicanas. Paz explica que, de entre todas nuestras groserías, la más explosiva, agresiva y a la vez ambigua es: CHINGAR. Según él, sólo bastaría un pequeño cambio en la entonación de este verbo para dotarlo de un sentido ofensivo o pícaro. Además, "chingar" tiene múltiples acepciones, buenas y malas; pero aún con el sentido aparentemente más positivo, no deja de ser una palabra sabidamente “incorrecta”. Me atrevería a afirmar, que para cualquier niño que la utilice, en cualquier circunstancia, de manera inevitable generaría cierto asombro negativo en quienes lo escuchen.
Paz especula lucidamente que el origen de CHINGAR proviene de la historia de la mismísima Malinche, quien fue la amante del conquistador español Hernán Cortés, y, aún siendo madre de uno de sus hijos, jamás fue reconocida plenamente, quedando en la memoria como un personaje estigmatizado en su desgracia, ya que colaboró con el invasor y, poco después, recibió su ignominioso desprecio. La situación de la Malinche fue cotidiana en la Nueva España: gachupines abusadores de mujeres indígenas que terminaban por procrear hijos bastardos. Bajo este contexto, aquella mujer ultrajada y desprotegida pasó a ser “la chingada”, y enfrentó la perra vida en soledad y el insufrible peso psicológico de una violación sexual. Por ello, “chingar a la madre” es, por así decirlo, la majadería más común y altisonante entre los mexicanos. -Resúmen ejecutivo. Recomendación: leer el libro.-


En esta ocasión, mi objetivo no es hablar más de CHINGAR, palabra ya muy estudiada. Deseo ampliar desde la perspectiva del 2010, aquello que el egregio Octavio Paz no pudo prever en 1950: nuestra evolución lingüística en las palabrotas. Y hoy, al releer la obra de nuestro escritor consentido, encontré el siguiente texto:

"Los españoles abusan de las palabras fuertes. Frente a ellos el mexicano es singularmente pulcro. Los españoles se complacen en la blasfemia y escatología. Es simple, el español insulta a Dios porque cree en él. La blasfemia dice Machado, es una oración al revés. El placer que experimentan muchos españoles al mezclar la mierda con lo sagrado se parece un poco al de los niños al jugar con lodo.”

Es cierto, los mexicanos no blasfemamos, es algo que no está arraigado en nuestra cultura y por lo tanto, sería muy mal visto en sociedad. Pero un aire escatológico sí ha permeado notablemente el habla vulgar. Es el caso de la palabra “pedo”, que aunque no se refiere directamente al excremento, sí es su preludio o su compañía. Ya por sí, el verbo “cagar” también ha adquirido variadas significaciones que son compartidas generalmente con los demás países latinoamericanos: “Una cagada”, hace referencia a la comisión de un error. Aunque, quizá como particularidad mexicana, podríamos pensar en la expresión “cagado”, que no se utiliza únicamente para describir a quien está embarrado de caca, sino alguien que es chistoso o simpático.

Pero analizar la palabra “pedo” como neologísmo vulgar y multifacético, nos arroja a una cantidad ingente de recientes acepciones, quizá como ninguna otra en el léxico mexicano. Por ello, y quizá por primera vez en internet, enumeraré las catorce aplicaciones que he encontrado:

1. Pedo: Ventosidad que expele del vientre por el ano. Ej. “¡Ay!, alguien se echó un pedo”


2. Pedo: Ebrio, bajo los efectos del alcohol. Ej. “Deja de estar chupando así porque vas a terminar muy pedo”


3. Pedo: Problema, cuestión o asunto que se intenta aclarar o dificultad de solución dudosa. Ej. “Tenemos que encontrarle solución a este pedo”, “Estoy metido en un pedo


4. Echar o Tirar el pedo: Acción o efecto de coquetear: Ej. “Desde que llegamos ese cabrón le está echando el pedo a mi vieja.”


5. Peda: Efecto de emborracharse o, genéricamente, una fiesta o reunión que tiene por único objetivo embriagarse hasta el límite. Ej. “Los papás de Paco se fueron por eso quiere organizar una peda en su casa”, “traigo una peda divina.”


6. Hacerla de pedo: Bravuconear o buscar pleito. Ej. “Ese cabrón sólo anda viendo a quien se la hace de pedo”


7. Buen pedo: Dicho de una persona que inspira simpatía, es afectuosa y afable al trato. Ej. “El padre de Vicky nos llevó al cine, el don es buen pedo”


8. Mal pedo. Dicho de una persona que causa antipatía, ya sea grosera o intratable. Ej. “Pinche vieja mal pedo, ni siquiera me volteó a ver”


9. ¿Qué pedo? Pregunta que se aplica para conocer una situación genérica o específica. Ej. Oye mana, ¿sabes qué pedo con ese wey?


10. Al pedo, Dícese de aquello que es óptimo. Ej. “Ese viaje estuvo al pedo


11. Pedorrear, regañar. Ej. “Pobre Jaimito, el director se lo pedorreó todito”.

12. Fuera de pedo, Hablar en serio. Ej. "Ya compadre, fuera de pedo, no me esté inventando chingaderas"

13.Sacar de pedo, Sorprender, conmover, suspender o maravillar con algo imprevisto, raro o incomprensible. Ej. "Cuando Josefa me contó que le atraían las mujeres me sacó de pedo"

14. Ni pedo, Ni modo. Expresa resignación, aceptación ante algo ya imposible de resarcir Ej. Este gobierno está de la chingada, pero ya ni pedo wey, habrá que esperar al nuevo sexenio.

15. Agarrar el pedo, Entender. Tener idea clara de las cosas. Conocer la intención de alguien. Ej. "Pinche Pablo, por más que le explico no agarra el pedo"

16.-Irse el pedo, Olvidar, perder la noción sobre la realidad. Ej "Al momento de exponer mi idea se me fue el pedo y no supe que decir". "Oye Juan, tienes que tener una libreta con tus compromisos porque se te va el pedo bien cañón"


*Si alguien conoce otra acepción dígamela para agregarla.