martes, 27 de julio de 2010

Enrique Urquieta -In Memoriam-

El sábado 17 de junio por la mañana, mi madre me informó que nuestro carismático tío Enrique había fallecido. Ya desde varias semanas atrás, todos sabíamos que le quedaba poco tiempo de vida a causa de un cancer terminal. Despedir a un ser querido es inevitablemente triste, más aún cuando sabemos que no volveremos a verlo en vida. Pero nuestro tío, Enrique Urquieta, aún consciente de su tragedia, nunca dejó de sonreírnos y bromear a cada momento. Ejemplo de sabiduría y estoicismo, su vida fue un apasionante retrato que abarcó los más duros y reconfortantes vaivenes.

“Enrique era tremendo”, repetía mi padre al terminar de contarnos innumerables anécdotas sobre su hermano que, incluso en la melancólica atmósfera de su velorio, provocaron varias risas. El llanto y aplausos de aquel día reflejaron el más vivido recuerdo de un hombre alegre y solidario que transmitió hasta sus últimos días una calidez excepcional.

Comparto con ustedes el bello discurso de Omar Urquieta (hijo de Enrique) y Jiram (nieto), quienes reunieron los siguientes pensamientos para honrar a su padre y abuelo, respectivamente:

Llega el día en que todo se detiene.
El día de la reflexión más profunda
En la que solo existen las preguntas y una gran respuesta
-Guarda Silencio Pues, es la única Respuesta-.



¿Cuáles han sido los oficios de mi padre?

Peleonero. Zapatero. Seminarista de los ojos caídos. Masajista. Bell boy. Traductor y asesor de una fábrica. Vendedor de vitaminas y minerales para ganado. Veterinario de vacas. Gerente de una disco gay. Vendedor de Pm steel. Padrino de doble Alcohólicos Anónimos, aunque volvió a tomar. Vendedor de plumones y camisas en Tepito. Vendedor de oro en las trajineras de Xochimilco. Vendedor de juguetes en los tianguis. Corredor de corazón. Experto en Audiología. Fundador de la Empresa Urquieta Auditivos con sedes en Cuernavaca, Orizaba, Córdoba y Ciudad de México.

Enrique Urquieta “la Coqueta”,Vira boleño de la Góngora”, Góngora y Gorza. Mi padre. El esposo. El hermano. El suegro. El tío. El amigo. El padrino. El súper abuelo (Alcahuete)… EL CACARO.

El caritativo que se quitaba el pan de la boca para compartirlo.

Es su trayecto un gran dibujo en la vida, un tributo a la intensidad, a la alegría, a la burla. Pero
más que todo su trayecto nos ha movido y quebrado en una gran palabra: AMOR.

Esta palabra que puede ser mucho, no ha sido suficiente para describir a mi padre, pues para mi engloba más sentimientos fuera de lo terrenal. Lo amo, lo amamos tanto, que nos duele su partida. Pero esta última etapa de su vida, nos ha enseñado grandes lecciones:


  • Vive sin estatus, sin complejos.

  • ¡Ríe aunque sufras!

  • Ama sin juzgar.

  • ¡Abre tu corazón y mira a tu alrededor!

  • Hoy puedes reír, comer, platicar, caminar. Todo, simple y sencillamente porque tienes “Vida”

  • Aprende a perdonar.

Hoy, yo sigo mi camino con mi frente muy en alto, agradecido por mis padres, mi familia. Mi corazón queda abierto y un pequeño grano de arena simboliza la esperanza de volver a verlo y besarlo.

Pero bueno, “Chale, chale”, diría él. La vida sigue y mañana sale el sol, y no hay cosa más buena y sana que seguir sintiéndote orgulloso de ser el hijo del Cacaro; de ser el nieto, el hermano, el amigo de Enrique Urquieta, de Quique.

Nuestro amor. Nuestro anhelo. Nuestro todo.

Nos tocó convivir y aprender de una persona extraordinariamente maravillosa.

Alguien me dijo que un caballero es alguien valeroso, valiente, sacrificado y alegre. Ese es mi padre.



ENRIQUE URQUIETA PADILLA
Requiescat In Pace

* El último video que grabé de mi tío se puede ver aquí: "Las Palabras Corren". En el minuto 12:27 realiza una chusca descripción de una fiesta de su amado barrio. ¡Adiós tío! Te queremos.