martes, 28 de julio de 2009

Tabasco, el edén tropical

Pensar en Tabasco implica tener en cuenta muchas cosas: Las inundaciones del año pasado, el pejelagarto, las cabezas olmecas, los pantanos, Tomas Garrido Canabal y sus camisas rojas, su riqueza petrolera, etc. Llegaba al fin el momento de conocer la zona más húmeda de México, su más exuberante clima tropical con temperaturas insufribles que alcanzan hasta los 50° (en esas condiciones se suda todo el día, incluso hasta se reposa inactivo y en calzones sobre la cama).

Tabasco nos brindó las segunda experiencia couch surfing del mochilazo, esta vez, con un jóven estudioso de lenguas extranjeras, Jesús Izquierdo, quien habita en el publieto de Jalpa de Mendez, localidad próxima a la capital, Villahermosa.

Villahermosa

Naturalmente nuestro primer contacto con Tabasco fue la caótica capital, Villahermosa, de la cual los locales se mofan diciendo que su nombre contiene dos mentiras, porque no es propiamente una Villa y tampoco es Hermosa.

En realidad la ciudad no destaca por una detallada arquitecura colonial, su trazo urbano es amorfo y sus calles bulliciosas y repletas de obras en construcción, incluso su malecón a un costado del río Grijalva se encuentra notoriamente deteriorado, pero, desde luego, aquel desorden endémico hace a la ciudad interesante y atrayente.

La joya de Villahermosa, por así decirlo, lo conforma el parque-museo de "La Venta", sitio promovido y planeado por el político, poeta y museógrafo Carlos Pellicer, máximo símbolo cultural de Tabasco. "La Venta" intenta invitar al visitante a sentirse en la profunda jungla, llena de ramajes y esplendoroso verdor. En su primera sección se encuentra un zoologico que, al menos a mi, me causó gran zozobra por las condiciones notablemente dañinas en que viven sus animales, sobretodo me quedé con la imágen de un enorme puma negro que colgaba en su vientre una especie de tumor y sólo caminaba en circulos con la trsite mirada de un confinamiento forzado. La segunda sección es más agradable e histórica, ya que es posible encontrar varias piezas prehispánicas originales de la cultura olmeca y maya. Son las piezas mexicanas más antiguas que he visto, las colosales cabezas olmecas datan entre 900-700AC.

Fuimos en pos del centro de Tabasco, un taxi nos llevó al palacio de gobierno, ya que en este país, generalmente, las paredes del principal edificio público son decoradas pictográficamente con la historia acaecdia en el lugar, es la más bella herencia del muralismo mexicano; sin embargo, en Villahermosa encontré la excepción a esta "regla"; no había paredes pintadas, sólo había oficinas con baños poco higiénicos. Pregunté a un señor por los murales y me señaló una serie de cuadros expuestos en la entrada del edificio, en general esos cuadros eran de escaso valor artístico y sólo uno de ellos era rescatable, aquel que ilustraba al insigne gobernador rojillo-anticatólico, al polémico y satanizado Tomás Garrido Canabal.

Seguimos nuestro andar por el centro, visitamos algun otro museo pinchón y poco después fuimos en pos del mercado para deleitar el platillo más típico de Tabasco: el pejelagarto. ¡Oh, frustración!, en el mercado no había pejelagartos, así que terminamos conformandonos con una mojarrita, por lo menos estaba deliciosa y lo suficientemente abundante como para dejarnos totalmente empachados. Ya con las panzas rebosantes, fuimos a ver una película al centro cultural de la ciudad, "La casa de los espiritus", filme basado en la novela de la escritora chilena Isabel Allende, obra que aproximó por primera vez a Murz con el realismo mágico latinoamericano. Fue en este centro cultural donde encontramos a Jesús, nuestro anfitrión de couch surfing.

Un pueblito tabasqueño con una feriesota

Jesús nos llevó a Jalpa de Méndez, su familia nos recibió con grata y genuina hospitalidad. Esa noche, de manera casual se llevaría a cabo el último día de la gran feria anual de Jalpa y, además, habría un concierto con la banda duranguense del momento: La Apuesta. ¡Qué fortuna!

Esa noche fue divertida al extremo; bebímos, cantamos y bailamos con ahínco; sólo había un probelma, el agobiante calor nos hacía sudar demasiado, a tal punto que pareciera que hubieramos salido del baño sin secarnos; pero eso no es todo, lo más asombroso es que, aún con esa sensación sofocante, nadie en el pueblo se atrevía a descamisarse, hecho que habla de una sociedad sumergida en un prejuicio que choca abruptamente contra una tendencia natural; así que yo, sin ningún rubor lo hice. Puedo decir que fui el único rebelde que apostó por la lógica y rompió la limitación mental, conseguí liberarme de un trapo empapado de sudor y gozar de la frescura que da el viento cuando suavemente contacta la piel al descubierto. Bailamos y bailamos, causamos conmosión entre los locales que nos veían con cierta rareza. La noche fue larga, amena, deliciosa...

Al siguiente día el cansancio era notable y, aunque pensabamos salir temprano rumbo a Catemaco, la amabilidad de Jesús y su familia nos hicieron olvidar la prisa. El padre de familia, un hombre locuaz y sumamente simpático nos platicaba las peripecias de su vida, su popularidad en la villa y sus sólidas creencias cristianas. La familia de Jesús es experta en la preparación de tamales, nos explicaron pormenorizadamente el procedimiento de Su elaboración y otros tantos detalles del cómo se vive en aquel edén tropical.

Comalcalco
Ya entrando propiamente al Itsmo de Tehuantpec, no pudimos resistir la tentación de conocer la zona arqueológica maya más occidental de la cultura maya de posclásico, me refiero a la acrópolis de Comalcalco, sitio que ostenta la particularidad de utilizar ladrillos geométricamente trazados para edificar sus basamentos piramidales.

domingo, 26 de julio de 2009

Campeche, la ciudad amurallada

Ingresamos al estado occidental de la península de Yucatán, el bello Campeche. Vale la pena recordar que alguna vez la península entera fue un solo Estado, sin embargo los anhelos independentistas de los yucatecos llevaron al gobierno federal mexicano a fragmentar el territorio bajo la máxima de Julio César: Divide et vinces

Campeche debe su nombre al antiguo distrito maya de Can Pech, el cual fue conquistado por el mismísimo Francisco de Montijo que poco a poco se apoderó de la península entera. La ubicación de Santiago de Campeche fue estratégica, ya que conectaba la península con el incipiente puerto de Veracruz y permitía un flujo seguro de la marina española en una zona ya "pacificada"

Pronto vinieron los problemas, Campeche se convirtió en un poblado próspero que, con el paso del tiempo, se transformó en la ambición constante de piratas. Después de traumáticas experiencias con los mercenarios del mar, los campechanos decidieron amurallar su ciudad, y hoy en día se vive el recuerdo de esas históricas paredes que esconden detrás de sus muros una bella y pintoresca ciudad colonial.


Llegamos a Campeche por la noche y caminamos hasta la pequeña y delicadamente cuidada plaza central. Estuvimos en un pequeño hostal que se encontraba en frente de la catedral, "los monos" o "the monkey", no lo recuerdo ahora, lo que si recuerdo era su maravillosa vista de la plaza. Salimos a caminar por el apacible puerto en la búsqueda de un sitio para bailar, finalmente nos conformamos con el dulce andar a través del malecón y la bella plática que surge cuando la compañía es amena.

Al siguiente día conocimos la Catedral, la cual destaca por ser muy pobre artísticamente hablando, esperaba ver algo esplendoroso y encontramos pinturas que podría haber hecho mi hermanita. ¡Bah!, seguimos nuestro recorrido a través de museos y sitios de interés, quizá el punto más emblemático lo fue el fuerte de San Miguel.

Lo mejor vino después, caminando por las calles aledañas al centro, encontramos uno de esos bares-cantinas super populares, con puro hombre sombrerudo y mujeres bigotonas, y ¡ñor! fuimos a echarnos nuestra chela. Miguel, se quejó porque existía un ligero pero suficientemente notable olor a orínes, pero tampoco hizo el gran drama para que abandonaramos el lugar.

Había una música en vivo, bastante chafa para decir la verdad, pero al menos tocaron varias canciones norteñas que bailé con Murz, así como "la puerta negra", y las de Kpaz de la Sierra. Fue muy divertido, aunque desafortunadamente nuestro placer fue directamente proporcional a la ira que Miguel acumulaba, en pocas palabras, nuestro amigo Mickey enfureció.


Seguimos nuestro camino, encontramos una bella galería de arte y charlamos con los artistas internacionales que aportaban sus obras a una exposición de alta calidad. Ya con el envejecer de la tarde nos aproximamos al malecón para ver una bella puesta de sol. No faltaron los típicos policías aguafiestas que nos regañaron por andar tomando una cerveza, finalmente así se hizo de noche, con el brindis marinero que evoca el idilio de los sueños.

Uxmal, la gran urbe maya del postclásico

Llegar a Uxmal no fue tan sencillo y desde Celestún tuvimos que volver a Mérida. El tiempo nos orilló a tomar un camión rumbo a un pequeñito pueblo a 10 kilómetros de la zona arqueológica, así fue que llegamos a Santa Elena.

Santa Elena es una villa pintoresca, llegamos exactamente enla puesta de sol, el color vermejo del cielo iluminaba sutilmente la clara cantera de los edificios haciéndoles reflejar un hermoso color rosado que nunca antes había visto. Exploramos el poblado en búsqueda de un lugar para acampar. Ya en la carretera encontramos un hotel mimetizado con el paisaje del sitio, preguntamos el precio de las habitaciones y la dueña, una señora británica de edad avanzada, nos ofreció acampar en su hotel por un costo de 50 pesos con derecho al baño y, sobretodo la posibilidad de nadar en su piscina.

Esa noche aparentemente desafortunada, se transformó en un mágico momento. La oscuridad del hotel era total y las estrellas resplandían con hermoso fulgor. Escuchabamos como ciertas aves descendían súbitamente del cielo y palpaban el agua de la piscina para después seguir con su vuelo. Ana no veía con claridad y no sabía que imaginar, para mi pronto fue claro saber de que se trataba, eran murciélagos.

Este hecho no nos intimidó y nadamos tranquilamente observando nuestro techo distante con millones de astros que inspiraron una de las pláticas más amenas y bellas de todo el viaje.

Uxmal


Por la mañana proseguimos con nuestro cometido, llegar a Uxmal. El camión que nos aproximó hizo su parada a un costado de las ruinas, por lo cual tuvimos que caminar por una carretera repleta de mariposas amarillas.




Llegamos a Uxmal, el sol estaba en su apogeo y la construcción más espectacular estaba en reparación, me refiero a la popularmente conocida" pirámide del Adivino", nombre que hace referencia a una antigua leyenda divulgada por el arqueólogo John Lloyd Stepens, quien plantea que dicha obra monumental fue realizada en sólo una noche por un enano nacido de un cascarón. Este ser mágico tenía el poder de predecir el futuro y, al demostrar sus increibles habilidades fue hecho gobernante de Uxmal, ciudad que alcanzó bajo su mandato el cénit de su gloria.



El sitio es espectacular, gigantesco y con una arquitectura detalladísima que refleja la creatividad artística de una civilzación que ahora es tan sólo un rescoldo de la magnificiencia que algún día engalanó.



Celestún, una tierra bendecida por Dios

Dejamos Mérida para dirigirnos a Celestún en el extremo occidental de la península. Este sitio es famoso por poseer la reserva ecológica de manglares más grande del país y contar con la presencia de flamencos todo el año; sin embargo, la mayor cantidad de estos ejemplares se encuentran en noviembre-diciembre y no en el verano, cuando varios de ellos migran a Cuba.

Investigué en internet referencias sobre el sitio. Varios relatos hacían referencia a campamentos que se llevaban a cabo exactamente al lado de los manglares, por lo cual, confiado llevé la casa de campaña de Karun para vivir más próxima la bella experiencia natural. Infelizmente llegué tarde con Murz a Celestún (ese día Mickey fue a conocer Chichen Itzá) y tuvimos la idea de acampar a la orilla del mar. Tuvimos la oportunidad de ver un bello atardecer mientras buscamos el sitio apropiado para instalarnos. La playa no era idónea para acampar,abundaban pescadores borrachos, zorras marinas y cuatrimotos que recorrian reiteradamente la zona. Recorrimos la playa y nos sentamos para platicar sobre el qué hacer; por mi parte no encontraba tanto peligro en acampar, pero para Murz, era simplemento inaceptable.

Desisitimos de acampar en el sitio y nos dirigimos al centro de Celestún a buscar un lugar para cenar y un hostal. Mientras cenabamos, la mesera nos platicó más acerca del lugar,nos dijo que efectivamente había zonas seguras para acampar dentro de la reserva. Sin perder el tiempo, emprendí una larga caminata para investigar sobre el supuesto sitio y ver si aún sería posible instalarnos. No fue viable, la reserva estaba totalmente oscura, resguardada por perros y no había ninguna persona con quien hablar al respecto.

Regresé al poblado de Celestún y vi a Murz junto con Miguel, quien ya se había reintegrado al trío. Un joven llamado José se aproximó a nosotros y "nos ofreció" un lugar seguro para acampar por 50 pesos. Viviamos momentos de incertidumbre y parecía una solución a la tensión generada. Terminamos por aceptar su propuesta.

Llegamos al sitio, no era particularmente bello sino más bien una zona que estaba en construcción al lado de los manglares. Montamos nuestras casas de campaña, nos rociamos en insecticida y transcurrió la noche.
Por la mañana el mismo José nos vendió un paseo en lancha-canoa por los manglares, nos llevó a ver múltiples aves, fuimos a la famosa zona donde habían dos grupos de flamencos distantes y dispersos y, finalmente, hicimos un último trayecto en bicicleta a través de una zona salobre sin mucha gracia.

No podría ser tan drástico al decir que nuestro viaje a Celestún fue un fracaso, pero definitivamente cometimos errores estratégicos y perdimos más tiempo de lo esperado. Todo esto llevó a un momento de ligera tensión en el viaje, más aún al saber que sería imposible llegar por la tarde a nuestro siguiente destino: Las ruinas mayas de Uxmal.

Aquí los dejo con el testimonio del tenso momento que vivimos al no saber con certeza hacia donde continuaría nuestro destino. Sin embargo, algo hermoso auguraba "el imponederable"

Mochileando por Yucatán II, cenotes y feria de pueblo

Nuestro segundo día en Yucatán fue sumamente provechoso. Rosalba nos llevó junto a su familia al pueblito de Cuzamá para visitar tres hermosos cenotes que se encuentran a un costado de la población. Antes de emprender el recorrido, Rosalba nos preparó unas deliciosas tortas de cochinita píbil que me dejaron totalmente empachado ¡me comí cinco!.

Tomamos un bicitaxi y llegamos a la entrada del sitio que, con una cooperativa bien instalada habían monopolizado el trayecto hacía los cenotes, hacían creer que la única manera de llegar a ellos, era a través de un trenecito jalado por un caballo ¡Bah!. El negocio era redondo y escuché con atención como dos jóvenes comenzaban a quejarse de la situación. Uno de ellos, "el Moi", discutía tenazmente con el encargado de los carritos, argumentando que la primera vez que fue al sitio nadie le había cobrado nada y, desde su punto de vista, nadie podía obligarlo a pagar por aquel servicio. Yo escuchaba dubitativo y reflexivo la dispusta que había desatado "el Moi", y de repente, en un arranque impulsivo le dije a Mickey que nos fueramos caminando junto a ellos. Así fue, le avisé a nuestros acompañantes sobre nuestra determinación y comenzamos nuestra "gran marcha", que sin saberlo, abarcaría casi 20km.

Llegamos al primer cenote empapados en sudor, aquel primer baño fue glorioso. Nadamos en la exquisita agua dulce y transparente del bello y endémico capricho natural. Abundaban los murciélagos, también habían escasos peces, y era notable que len ciertas zonas el agua alzanzaba gran profundidad. Estuvimos nadando en la leguna subterránea cuarenta minutos, después, continuamos airosos nuestro camino.
El segundo cenote fue aún más hermoso. Parecía una gran cueva que se podía avizorar desde la superficie. "El Moi" tenía la clara idea de lanzarse desde el punto más alto, y después de mucho titubear consiguió vencer el miedo. Al verlo, renació en mi el ímpetu por sentir aquel vértigo, así fue que subí al pináculo de los suicidas, observé aquellos 12 metros de distancia y sentí aquel efecto pavoroso que avizora todo diminuto desde la lejanía. No me importó, la suerte estaba echada, y sin dar tiempo a más cuestionamiento me arrojé mientras gritaba con estridencia ¡Ah!. Al caer, sentí cierto dolor en la espalda; sin embargo, la satisfacción de haber cumplido con el cometido minimizó animicamente el golpazo.






El tercer cenote fue mágico, la entrada parecía la puerta a un mundo de penumbras, pero poco a poco, mientras la pupila se acostumbraba a la tenue luz, el asombro fue incrementando. El agua era totalmente cristalina, era posible ver peces nadando a gran profundidad, y la poca luz que alcanzaba a filtrarse, daba al recinto natural un halo de misticismo nunca antes visto. Contamos con suerte, al momento de llegar, todos los demás visitantes desalojaron el misterioso sitio, dejando en nuestras libaciones la posibilidad de sentir el silencio absoluto y nadar relajados en su dulce agua.

Infelizmente nuestra osada "gran marcha" tuvo una consecuencia negativa: perdimos definitivamente a nuestro grupo original, entre ellos a Murz.

Murz me avisó por teléfono que estaban a punto de tomar un camión en dirección a Mérida; y nosotros desafortunadamente nos encontrabamos aún muy distantes, por más que corrimos no pudimos alcanzarlos. Mickey y yo habíamos sido "abandonados".


Caminamos por la carretera e inmediatamente pedí un aventón. Una troca repleta de hombres con sombrero se detuvo y nos encaminó nuevamente a Cuzamá. Ya en el transporte les pregunté cual era su dirección final, ellos me dijeron que iban rumbo a "la gran feria de Homún". Intercambié una mirada con Mickey, y con una sonrisa sardónica tácitamente entendimos el lugar que deparaba el destino en esa tarde. Ya no iríamos a Cuzamá, ahora el clamor de la feria nos aguardaba.

Arribé con Mickey a una feria de pueblo, pero déjenme escribirlo com mayúsculas DE PUEBLO. Había borrachos fundidos en su vicio, prosesiones religiosas, variedad de comida exótica, pero lo más representativo era una arena rudimentaria hecha con caña de azúcar, en la cual se llevaría a cabo una de las más rupestres herencias españolas: el hostigamiento y matanza de toros, ah, perdón, quiero decir, "la tauromaquia."
Se hizo de noche y llegó un problema. Ya no había camiones en dirección a Mérdia. No quedó otra opción que volver a pedir aventón en la carretera; pasaron muchos minutos y nada se detenía en aquel lejano paraje, parecía que nadie qusiera salir de la feria. De pronto se hizo el milagro y unos borrachos nos recogieron, contamos con gran suerte, porque iban directamente hasta Mérida. Fue mi primer aventón nocturno entre estrellas fugáces y luciérnagas que salían a nuestro paso. Afortunadamente fue en la tierra mexicana con el firmamento más nítido: Yucatán.

Mochilenado por Yucatán, el arribo a Mérida

El día 10 de julio finalmente partí rumbo a Mérida. Llevé conmigo la inseparable mochila-mochilera, un saco de dormir, la casa de campaña de Karun, una cámara de fotos y varios escritos que contenían la interesante historia de la península de Yucatán.

Como es habitual, llegué corriendo a la estación de autobuses, lugar donde encontré con particular dramatismo a mi colega de viaje, el peruano Miguel Ángel Ramírez, conocido también como “Mickey” o “Confucio”. Abordamos tres camiones para aprovechar los escasos descuentos de estudiante y por ello, conocimos de paso Villahermosa y Ciudad del Carmen en Campeche. Finalmente llegamos a Mérida el día 11 de julio a las 3:00pm. A nuestro arribo, encontramos una ciudad totalmente inundada por la lluvia.


En Mérida acordamos el encuentro con nuestra amiga española Ana, quien partió anticipadamente a las playas de Tulum y nos alcanzó en “la ciudad blanca” con una pronunciada sonrisa, chistosas anécdotas y notable bronceado.

Esa tarde fuimos en pos de nuestra primera experiencia couchsurfing con Rosalba, una señora de 56 años que nos acogió con cariño en su morada, y no sólo a nosotros sino a dos personas más, una profesora alemana y un estudiante irlandés.

Rosalba se mostró deseosa de compartir la tarde con nosotros y, tan pronto acomodamos nuestras pertenencias en su casa, partimos rumbo al centro histórico; recorrimos gustosos la majestuosa avenida Montejo repleta de flamboyánes (árboles frondosos con flores rojas) y edificios que emulan la elegante arquitectura de la Belle epoque.

Visitamos el palacio de gobierno que tiene en permanente exhibición hermosos murales que retratan la historia de la península de Yucatán. En ellos se muestran los mitos mayas relacionados a la creación del universo, hechos importantes como la guerra de castas, la creación de la República de Yucatán, la industria del henequén y la esclavización del pueblo maya. También se ilustra con majistral detalle a quienes son considerados los personajes más relevantes de la península, como Felipe Carrillo Puerto, Jacinto Canek, Nachi Cocom y el imprescindible Francisco de Montejo.

La tarde cálida transcurría y nosotros caminábamos felices por las bellas calles yucatecas. Vimos algunos bailes regionales de excesivo glamour, bebimos una deliciosa agua de pitahaya y nos conmovimos con los makesh, insectos vivos que tienen un fin ornamental y son recubiertos con piedritas preciosas para ser colgados cerca del corazón.

Rosalba regresó a su casa y continuamos nuestro airoso paso. La noche avanzaba y llegó el típico deseo de ir a algún bar, preguntamos a los lugareños sobre un sitio divertido y nos encaminaron a un espacio de música ska. El calor y lo cerrado del lugar me hizo descamisarme por el inmenso sudor acumulado; el brío, la exaltación y el clamor, fue el resultado de una noche prófuga entre yucatecos saltando y bailando mientras allá, muy a lo lejos quedaba en el olvido el Distrito Federal.

sábado, 25 de julio de 2009

Se terminó el mochilazo, ¿y ahora?...

Hoy salgo de un bello y desvariado sendero de improvisación. Reingreso a un esquema necesario para construir con ímpetu una rutina prolífica, que tenga miras más ambiciosas con retos factibles y materializables. Ya he vivido durante las últimas semanas un mágico extravío onírico; he viajado, contemplado amaneceres, caminado entre lluvias tropicales, bailado con denuedo, suspirado por emotividad al comprobar tangiblemente lo hermosa que puede ser la vida debido a personas que están ahí, a nuestro lado, como si realmente estuvieran a la espera de ser encontradas y comenzar a construir en conjunto nuevas historias que iluminan nuestra existencia y ennoblecen nuestro corazón.

Ya con cierta reiteración, venía azotando en mi mente un sentimiento dual; aquella parte de mi ser que, a modo de conciencia, me exhortaba a deslindarme paulatinamente de este hermoso letargo vivencial (aunque suene paradójico) y emprender la búsqueda de una vía más consciente y comprometida con la circunstancia que me rodea, relegando, quizá, lo meramente placentero y sosegado, para priorizar, al menos por un tiempo, lo que podríamos llamar "lo trascendental”.

Por ahora vuelvo de un excelente viaje mochilero por las bellas tierras del sureste mexicano. Recorrí cuatro bellos estados; Yucatán, Campeche, Tabasco y Veracruz. Todos estos sitios con la entrañable compañía de Ana Caballero “Murz” y Miguel Ángel Ramírez, amistades internacionales que hicieron de esta experiencia un interesante experimento de personalidades divergentes en una convivencia casi inseparable. Externamos a lo largo de los días innumerables risas, abrazos, compartimos reflexiones, propiciamos profundos debates, e incluso tuvimos nuestro ineludible desencuentro y drama que amenazó la armonía grupal provocando su ligera tensión; sin embargo, al ver en retrospectiva este “gran mochilazo”, observo el maravilloso resultado, y gustoso confirmo el sincero anhelo de vivir otra aventura semejante.

Describir minuciosamente un mochilazo de diez días sería una ardua labor de redacción y, quizá, sugeriría demasiado contenido para este blog que se caracteriza por su brevedad. Esos escritos largos ya prevalecerán en la memoria en un diario de viajero. Por lo pronto iré describiendo en los próximos días lo vivido con cierto tinte anecdótico y reflexivo.

viernes, 3 de julio de 2009

Neozapatismo I: La estructura

El neozapatismo se erige como el movimiento altermundista mejor consolidado y más reconocido de México. Ha forjado a través de los años una transición operativa digna de enaltecerse. Pasó de ser una revolución armada (1994) con una pretensión clara de derrocar al Estado mexicano, y posteriormente, devino un movimiento pacifista totalmente alejado de la política nacional. En la actualidad el EZLN ha salido de la clandestinidad guerrillera y ha formado sus propios centros operacionales autónomos (caracoles), los cuales basan su legitimidad en una democracia participativa directa bajo un principio único: “el pueblo manda y el gobierno obedece.”

Los caracoles surgen en 2003 como una nueva forma de organización regional para representar y dar logística a los Municipios Autónomos Rebeldes Zapatistas (MAREZ). Su máxima autoridad es una Junta de Buen Gobierno, la cual se renueva cada dos o tres semanas para no fetichizar el poder en las manos de una persona.
Los caracoles son cinco, y todos se encuentran en el Estado de Chiapas, estos son: Oventik, La Garrucha, La Realidad, Roberto Barrios y Morelia.

miércoles, 1 de julio de 2009

Marruecos

Recordar es vivir, por ello al ver este cúmulo de videos hechos en el Magreb, decidí unirlos y darles un poco de musicalidad.


Fueron tan sólo diez días en el reino de Mohamed VI, tiempo poco suficiente para adentrarse en una cultura milenaria. Sin embargo, queda en nuestra memoria aquel primer y destellante deslumbramiento por una civilización tan rica y distinta: El Islam.

Cruzamos el Mediterráneo desde España por medio del ferri Tarifa-Tanger. Pisamos por primera vez África el último día de enero. Deambulamos por estrechas callejuelas, fuimos cínicamente increpados por falsos guías de turistas y excelentes vendedores que nos hicieron comprar lo que nunca imaginamos adquirir.

Conocimos Rabat, la gran capital; encontramos en ella la más bella y genuina hospitalidad de un joven marroquí que nos orientó y explicó detalles propios e interesantísimos de su cultura. Visitamos ruinas arqueológicas, el Palacio Real y tomamos té de menta al menos tres veces al día.

Mi hermano sufrió por una bacteria que surgió inexplicablemente en su pie, tuvo una dolorosa hinchazón que se expandía sin control. Tuvimos que buscar un médico que nos auxiliara y, nos confesara con toda sinceridad que aquel padecimiento "era grave", por lo que "el Bodo" necesitaría un reposo absoluto de cinco días. Lógicamente Sebastián en su eterna rebeldía, desacató su sugerencia y sólo se encerró en el hotel por media tarde.

Exploramos Fez, una ciudad mágica de laberínticas calles y parajes inolvidables con centenares de comerciantes. Aquel Marruecos tradicional nos dejó perplejos, conocimos talleres artesanales, esos antiguos gremios que luchan contra la fabricación industrial. Experimentamos la famosa gastronomía magrebina como su cus-cus, tanjin, exquisitas sopas de verduras y cabeza de cordero.

Visitamos Ifrán, pueblo perdido en la cima de los montes Atlas. Caminamos por sus nevadas y hermosas colinas que dejaban entrever decenas de mezquitas diseminadas en un blanco panorama.

Pasamos por Méknes, ciudad amurallada de gran belleza. Recorrimos airosos sus plazas, su mausoleo, su madrasa, y una prisión de cristianos que resultó ser un fiasco.

Queríamos ir al desierto y llegamos a Kenifra, un pueblito bicicletero en el centro del reino. Nos hospedaron dos marroquíes gays que contectó mi hermano por couch surfing, pero el resultado no fue muy grato, ya que en realidad los misteriosos chicos eran cazadores de turistas engreídos que tenían más interés en nuestra billetera que por nuestra presencia. Astutamente escapamos de sus garras y partimos rumbo a Marrakesh.

La gran ciudad roja de Marrakesh nos cautivó con su enorme plaza central llena de vendedores de reliquias, comida variada, encantadores de serpientes, monos amaestrados que fumaban, cuentacuentos y aquel peculiar megáfono que sonaba en las mezquitas entonando los versos del Corán para convocar a los creyenes a la oración.

Marrakesh fue el lugar de nuestra despedida. Malacopa regresaba a Sevilla, mi hermano a Barcelona, y yo partía nuevamente a Dublín. Ahora todo lo que queda son bellos y mágicos recuerdos.