Tabasco nos brindó las segunda experiencia couch surfing del mochilazo, esta vez, con un jóven estudioso de lenguas extranjeras, Jesús Izquierdo, quien habita en el publieto de Jalpa de Mendez, localidad próxima a la capital, Villahermosa.
Villahermosa
Naturalmente nuestro primer contacto con Tabasco fue la caótica capital, Villahermosa, de la cual los locales se mofan diciendo que su nombre contiene dos mentiras, porque no es propiamente una Villa y tampoco es Hermosa.
En realidad la ciudad no destaca por una detallada arquitecura colonial, su trazo urbano es amorfo y sus calles bulliciosas y repletas de obras en construcción, incluso su malecón a un costado del río Grijalva se encuentra notoriamente deteriorado, pero, desde luego, aquel desorden endémico hace a la ciudad interesante y atrayente.
La joya de Villahermosa, por así decirlo, lo conforma el parque-museo de "La Venta", sitio promovido y planeado por el político, poeta y museógrafo Carlos Pellicer, máximo símbolo cultural de Tabasco. "La Venta" intenta invitar al visitante a sentirse en la profunda jungla, llena de ramajes y esplendoroso verdor. En su primera sección se encuentra un zoologico que, al menos a mi, me causó gran zozobra por las condiciones notablemente dañinas en que viven sus animales, sobretodo me quedé con la imágen de un enorme puma negro que colgaba en su vientre una especie de tumor y sólo caminaba en circulos con la trsite mirada de un confinamiento forzado. La segunda sección es más agradable e histórica, ya que es posible encontrar varias piezas prehispánicas originales de la cultura olmeca y maya. Son las piezas mexicanas más antiguas que he visto, las colosales cabezas olmecas datan entre 900-700AC.
Fuimos en pos del centro de Tabasco, un taxi nos llevó al palacio de gobierno, ya que en este país, generalmente, las paredes del principal edificio público son decoradas pictográficamente con la historia acaecdia en el lugar, es la más bella herencia del muralismo mexicano; sin embargo, en Villahermosa encontré la excepción a esta "regla"; no había paredes pintadas, sólo había oficinas con baños poco higiénicos. Pregunté a un señor por los murales y me señaló una serie de cuadros expuestos en la entrada del edificio, en general esos cuadros eran de escaso valor artístico y sólo uno de ellos era rescatable, aquel que ilustraba al insigne gobernador rojillo-anticatólico, al polémico y satanizado Tomás Garrido Canabal.
Seguimos nuestro andar por el centro, visitamos algun otro museo pinchón y poco después fuimos en pos del mercado para deleitar el platillo más típico de Tabasco: el pejelagarto. ¡Oh, frustración!, en el mercado no había pejelagartos, así que terminamos conformandonos con una mojarrita, por lo menos estaba deliciosa y lo suficientemente abundante como para dejarnos totalmente empachados. Ya con las panzas rebosantes, fuimos a ver una película al centro cultural de la ciudad, "La casa de los espiritus", filme basado en la novela de la escritora chilena Isabel Allende, obra que aproximó por primera vez a Murz con el realismo mágico latinoamericano. Fue en este centro cultural donde encontramos a Jesús, nuestro anfitrión de couch surfing.
Un pueblito tabasqueño con una feriesota
Jesús nos llevó a Jalpa de Méndez, su familia nos recibió con grata y genuina hospitalidad. Esa noche, de manera casual se llevaría a cabo el último día de la gran feria anual de Jalpa y, además, habría un concierto con la banda duranguense del momento: La Apuesta. ¡Qué fortuna!
Esa noche fue divertida al extremo; bebímos, cantamos y bailamos con ahínco; sólo había un probelma, el agobiante calor nos hacía sudar demasiado, a tal punto que pareciera que hubieramos salido del baño sin secarnos; pero eso no es todo, lo más asombroso es que, aún con esa sensación sofocante, nadie en el pueblo se atrevía a descamisarse, hecho que habla de una sociedad sumergida en un prejuicio que choca abruptamente contra una tendencia natural; así que yo, sin ningún rubor lo hice. Puedo decir que fui el único rebelde que apostó por la lógica y rompió la limitación mental, conseguí liberarme de un trapo empapado de sudor y gozar de la frescura que da el viento cuando suavemente contacta la piel al descubierto. Bailamos y bailamos, causamos conmosión entre los locales que nos veían con cierta rareza. La noche fue larga, amena, deliciosa...
Al siguiente día el cansancio era notable y, aunque pensabamos salir temprano rumbo a Catemaco, la amabilidad de Jesús y su familia nos hicieron olvidar la prisa. El padre de familia, un hombre locuaz y sumamente simpático nos platicaba las peripecias de su vida, su popularidad en la villa y sus sólidas creencias cristianas. La familia de Jesús es experta en la preparación de tamales, nos explicaron pormenorizadamente el procedimiento de Su elaboración y otros tantos detalles del cómo se vive en aquel edén tropical.
Comalcalco